miércoles, 8 de agosto de 2012

Michel Odent: “La Mujer necesita pedir silencio”


Michel Odent, el célebre obstetra francés llama a volver al parto de antes, en la casa, con luces bajas, sin médicos, incluso sin la presencia del padre del hijo.


En una sociedad obsesionada con cada producto nuevo que inventa, consume y luego olvida, abrir una puerta a las 9:30 de la mañana y encontrarse con un hombre de 80 años hablando sobre el antiguo acto de nacer es tan sorprendente como revolucionario.

La manera en que nacemos (y en que las mujeres paren) ha sido el tema primordial del célebre obstetra francés Michel Odent (82), pionero de la resurrección del parto natural en los 70, entendido como “un evento mamífero” y casero donde no deberían intervenir ni prácticas hospitalarias ni experimentos naturistas de última moda. De paso en Santiago, Odent -hoy radicado en Londres, donde dirige el Primal Health Research- dictó un seminario en el aula magna de la Usach, contestó las preguntas de sus cientos de seguidores y concedió autógrafos a matronas y madres fanáticas de su extensa obra, que incluye los ya clásicos “El bebé es un mamífero” y “La cientificación del amor”. De regreso al hotel, Odent, cual maestro entregado a una misión, reposó tres minutos en su habitación y siguió hablando con quien escribe estas líneas sobre por qué en la era de la cesárea express, parir es una práctica en vías de extinción que se necesita con urgencia restaurar. Odent no quiere salvar a la mujer, sino a la humanidad.

-¿Cómo fue su propio nacimiento?
-En 1930. Fui primogénito. Fue un parto muy rápido y fácil, en la casa. Mi madre tenía 35 años, tuvo la primera contracción a las 10 pm, nací a medianoche.


-Usted ha dicho que el nacimiento se encuentra en su estado crítico. ¿Por qué?
-No soy yo el que lo dice, sino la ciencia. Estudios muy sofisticados explican en pocos minutos por qué estamos en un punto de quiebre. Para dar a luz se necesita la liberación de un flujo hormonal de oxitocina, endorfina y prolactina que permite parir naturalmente de manera rápida y efectiva. Sin tubos, enfermeras, suero. Lamentablemente estamos en la era de la cesárea express, la epidural a la carta y de la oxitocina sintética y podemos observar que poquísimas mujeres están usando este cóctel natural del amor. El promedio de duración del trabajo de parto es actualmente dos horas más largo que hace 50 años. Para mi generación es obvio que la capacidad para parir ha decaído.


-¿Qué importancia tiene la oxitocina natural en nuestras vidas, más allá del parto mismo?
-La oxitocina es una hormona que se libera en cualquier faceta del amor. Sin ésta no hay orgasmo. No hay erección. No hay leche materna. Según la Organización Mundial de la Salud, el número de guaguas amamantadas durante seis meses en el mundo es de apenas un 25%. ¿Por qué? No por falta de información. Las disfunciones sexuales han aumentado y la droga más vendida es el viagra. Hay razones para sospechar que aquí hay un cuadro. En disciplinas como la epigenética entendemos que cuando nuestro sistema fisiológico se vuelve inútil, se debilita el cuerpo. Personalmente no veo otra pregunta vital para quienes están pensando el futuro de la humanidad.


-¿Un mejor nacimiento nos hace mejores personas?
-Podemos transformar la pregunta. ¿Cuáles son las diferencia entre el nacimiento en el cual estamos pensando en un mundo que prescinde del amor? ¿Cuál es la ventaja de tener una madre que nos quiere? Es obvio cuál es el rol del amor. Ahora, cuando hablo de consecuencias a largo plazo, más que al destino de los individuos me refiero al de la civilización. Ya lo hablé el 76. Para cambiar el mundo hay que cambiar la manera en que nacen los niños.


-Al escuchar sus conferencias da la impresión de que parir en casa es muy sencillo, cuando en la práctica hay partos más difíciles que otros…
-Convengamos en que el parto es un proceso involuntario, está bajo el control del hipotálamo. Fisiológicamente, la adrenalina y cualquier estímulo al neocórtex o al intelecto va a inhibir la liberación de estas hormonas y va a complicar el proceso. Todos los mamíferos liberan adrenalina en situaciones de miedo, cuando nos sentimos observados, o padecemos frío. Si hay exceso de adrenalina, no podemos liberar oxitocina, fundamental para tener contracciones y permitir la salida de la guagua. Desde una perspectiva práctica, durante el trabajo de parto la mujer debe estar en un lugar calentito, sentirse segura, y sin que la miren. Son simples recomendaciones. Hay que redescubrir las necesidades básicas de una mujer en el parto.


-¿Cuáles son estas necesidades que nuestro sistema pasa por alto?
-Una mujer necesita parir en silencio. El principal estimulador intelectual es el lenguaje. Cuando una matrona está al frente tuyo hablando de centímetros, está inhibiendo el proceso de parto. En los llamados partos naturales, también se crean muchos paradigmas equivocados; ves mujeres pariendo rodeadas de cinco personas que le dan palabras de apoyo, más la cámara que la filma. Hay una epidemia de videos de pseudo-llamados partos naturales cuando la luz también es un pésimo estimulante. Ojalá la habitación esté en semipenumbra. La palabra clave es protección. La mujer debe sentirse segura sin sentirse observada. Otro error cultural es la presencia del hombre.


-¿Por qué excluir al hombre cuando ha sido un logro incorporarlo al proceso?
-Desde los años 70 nos dicen que la presencia del padre tranquiliza a la mujer, une la pareja, lo hace padre, crea igualdad de género. Las mujeres de los años 20 que parían en casa, ¡no se lo imaginaban! Es normal que durante el parto el hombre se estrese y está comprobado que contagia el ánimo de la mujer. Hay estudios que apuntan a hablar de las desventajas de la presencia del padre. Cómo a posteriori decae la vida sexual de la pareja ya que presenciar un parto rompe el misterio de la atracción física del otro y de la vida. Además, algunos hombres pagan el costo de una extrema emocionalidad durante el parto y sufren una depresión post parto masculina de la cual se habla poco ya que suele encubrirse en un síntoma físico. Los días después del parto el hombre tiene comportamientos curiosos, que escapan de la realidad… juegan video juegos todo el día o caminan sin rumbo como fantasmas.


-¿Habría que volver al esquema antiguo entonces?
-Sí. El hombre debe permanecer lejos de la habitación del parto, ojalá ocupado en algo. Pasa algo curioso: cuando después entra a la habitación su reacción es de orgullo hacia su mujer. Se siente el misterio de la vida. En otro aspecto, anticipa que el vínculo con la guagua será gradual, o funcionará a través del amor reforzado a su mujer, lo contrario a lo que se pensaba en los 70: el apego paterno no es y nunca será igual al de la mujer.


-¿Qué sabemos hoy sobre el apego que no sabíamos antes?
-Un recién nacido necesita su mamá y punto. Hay estudios evaluando los efectos de una nueva intervención que nadie se había cuestionado: el contacto inmediato de piel con piel por varias horas seguidas. Si esto ocurre sin ser mirados ni interrumpidos, la guagua encontrará el pecho una hora después de pasado el parto. Desde la perspectiva inmunológica también se empieza a considerar que el recién nacido sólo esté en contacto con la persona que tenga sus mismos anticuerpos, es decir su madre. Esto implica cuestionar las salas cuna comunes de los hospitales, el pasarlo de brazo en brazo entre familiares y dejar a madre e hijo tranquilos y juntos en la misma pieza.


Un parto mamífero perfecto

-Retráteme un parto ideal.
-Los únicos actores del parto deberían ser la madre y la guagua. La madre de la mujer que está pariendo es muy bienvenida. A falta de ésta, ojalá haya una partera que represente esa figura materna protectora. Si la partera teje en una esquina, detrás de la mujer que está pariendo y no en frente como suelen colocarse, es muy efectivo. Los fisiólogos que estudian el contagio de los estados emocionales a nivel hormonal, están descubriendo las ventajas de las tareas repetitivas y hay especial interés en tejer, ya que reduce los niveles de adrenalina y pacifica los ambientes. Entonces ocurre lo que he hablado en mis libros: la actividad intelectual se apaga completamente y la mujer se olvida de todo, de los libros que leyó, sus planes, su trabajo, grita, habla incoherencias, adopta posiciones primitivas y se vuelve mamífera.


-Incluso aseguradas en este tranquilizador cuadro, hay mujeres que le siguen teniendo pánico al parto.
-Es una fobia en aumento, como volar en avión. La mayoría del los partos son difíciles, con dolores que alcanzan niveles patológicos porque no están usando sus protecciones hormonales ante el dolor. Algo anda mal con la endorfina, el neo-córtex que debería parar de funcionar y no lo hace… La endorfina es una morfina natural y otro de sus roles es estimular a la prolactina que permitirá amamantar. No podemos extraer el dolor del parto y pretender que después el resto del sistema hormonal funcione. La pregunta no es cómo eliminar el dolor, sino qué hacer para que el sistema natural de protección ante éste sea efectivo. Y volvemos a lo anterior, como redescubrir las necesidades básicas de las mujeres en trabajo de parto.


-Para muchas mujeres es más efectivo asegurarse con una inyección de epidural…
-Como el dolor de parto está alcanzando niveles patológicos fóbicos, surgen tratamientos. Un fenómeno relacionado con eso es la cesárea on demand, sobre todo en China. Hay que escuchar a esa mujer y darle otra solución; por ejemplo, que siga los signos vitales de la guagua y espere a tener las primeras contracciones para hacerse la cesárea. Existen riesgos de enfermedades respiratorias con las cesáreas programadas antes de tiempo. También hay un nuevo estudio que la relaciona con obesidad infantil. Por otro lado al retrasar hasta el último momento la cesárea ocurre que muchas mujeres cuando empiezan a tener contracciones, pierden el pánico y tienen vaginalmente a su hijo sin problemas.


-¿Qué impide incorporar estas sugerencias de sentido común?
-El medio cultural se resiste a cambiar cosas y aceptar, por ejemplo, algo fundamental como la interacción libre entre mamá e hijo recién nacido. La clave no es adquirir nuevos conocimientos, sino digerirlos. Acabo de asistir a una conferencia en La Haya sobre derechos humanos y había un tema nuevo: los derechos de los recién nacidos, que ellos no pueden expresar. Hablamos de necesidades básicas, por ejemplo, que la guagua apenas nacida debe estar dos horas pegada a su mamá, que inmediatamente debe ponérsela en el pecho, y que nadie salvo ella puede tocarla. Se puede influir.


-¿Qué opina de todas las intervenciones médicas durante el embarazo, la cantidad de ecografías, tests?
-El único objetivo es detectar anomalías y patologías en el feto. El efecto de esto es que hoy es imposible tener una mujer embarazada normal: eres demasiado joven o vieja, flaca o gorda, tienes la presión muy baja o muy alta, la placenta está muy baja, si el miércoles no tienes a tu hijo te induciremos, si tienes un gato te haremos un test, no puedes tener a la guagua en casa. Al final todos esos tests son oportunidad de no dejar en paz a la mujer y el feto. Es más riesgoso un embarazo emocionalmente alterado que todos los porcentajes de riesgos físicos que se miden. Pero no debemos ser totalmente negativos de cómo funcionan los centros médicos. En la maternidad de un hospital público en Francia que dirigí durante 20 años, teníamos un piano y todos los jueves cantábamos juntos y al final bailábamos. El resultado es que teníamos a mujeres embarazadas felices.


-Faltan más doctores como usted.
-Era una linda experiencia tocar el piano (sonríe).


-¿Cuál es su posición sobre el aborto?
-Pertenezco a una generación que vivió el aborto ilegal y clandestino, en los 50, 60 en Francia. Eran condiciones muy riesgosas. Hoy está medicado. Una de las ventajas de la legalización del aborto es que muchas mujeres tienen la posibilidad de hablar con alguien, y ser escuchadas. Eso provoca algo sorprendente, muchas cambian de opinión y no abortan.


-Usted llegó a atender mil partos al año. ¿Recuerda su primer parto y el último en que haya participado?
-Recuerdo uno en particular al inicio de mi carrera. Estaba haciendo la práctica como estudiante. El jefe de departamento me hizo hacer una demostración frente a un grupo de estudiantes usando unos forceps. ¡Fue terrible! Por suerte ya están prohibidos, al menos en Europa. Ya no asisto a partos. A veces acompaño a una matrona amiga a algunas casas en Londres. Mi función es permitir que la mujer tenga un parto rápido y eficaz, y para eso me quedo en la cocina, entreteniendo al marido.


-¿A futuro, habría que cambiar la manera en que se muere también?
-Hay similitudes entre ambos procesos. El nacimiento ocurre por ejemplo de golpe cuando la mujer no se siente observada, cuando va al baño o el hombre salió. Lo mismo con la muerte. Generalmente los familiares rodean a la persona moribunda pero ésta muere justo cuando salen a comer. Es un tema interesante que merece una reflexión. ya


En la era de la cesárea express, parir es una práctica en vías de extinción que se necesita con urgencia restaurar, dice el obstetra Michel Odent.

“Los únicos actores del parto deberían ser la madre y la guagua. La madre de la mujer que está pariendo es muy bienvenida”, dice Michel Odent.

“La pregunta no es cómo eliminar el dolor del parto, sino qué hacer para que el sistema natural de protección ante éste sea efectivo”.

Publicado originalmente en Revista YA

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